12 mayo 2008

Ya lo dijo Quevedo, "Poderoso caballero es don dinero".


Observen la reacción de los políticos vascos tras el Informe Kokott sobre la autonomía fiscal de nuestros Territorios Forales. Lo que no puede la ética, lo consigue el olor a dinero. Toda la fauna política, tan desencontrada y desconcertante en tantas y tantas cuestiones vitales (sí, incluso de vida o muerte), se ha unido armoniosamente para celebrar la previsible salud jurídica europea de nuestro Concierto Económico, un régimen administrativo que, a la postre, sólo nos facilita tener más dinero.

Miren también la suerte judicial del Sr. Botín, presidente del Banco Santander, siempre saliendo ‘sine macula’ de los juzgados, como tantos otros afortunados por adinerados. D. Emilio se enfrenta, de nuevo, al imperio de la ley. Esta vez es un asunto de aguas (el caso de la empresa Aguas de Fuensanta, que también afecta a Rodrigo Rato), pero ¿a que no se ahogan ni Botín ni Rato?.Y es que la ley es como una fortaleza llena de pasadizos secretos, puertas evasivas, y guardianes soñolientos, frágil imperio para la sagacidad de don dinero. El principio de que todos somos iguales ante la ley se arruina ante el soplo del peculio. Como susurran las paredes de los juzgados, lo seríamos si todos contásemos también con iguales oportunidades económicas para contratar esos abogados que olisquean, como hábiles sabuesos, hasta los más recónditos resquicios legales o de conseguir esas todopoderosas fianzas que, a modo de respiraderos, dan oxígeno incluso a los delincuentes más escandalosos. La ley es imperial ante el pobre, pero sucumbe ante las argucias del dinero. Obviamente hay casos excepcionales, pero, como canta el vulgo, las excepciones afirman más que niegan.

Y miren, miren cómo hincan las rodillas, implorando dinero, los jerarcas de la Iglesia Católica en España. Recuerdan a sus fieles que tienen la obligación moral de contribuir a su sustento aspando en la casilla correspondiente del impreso del IRPF. Incluso veo que su oración económica tiene curso publicitario en las TV (supongo que gastando dinero sacro). Están tan ocupados en cosas mundanas que se preocupan por los paraderos del habitante más mundano, don dinero. ¿No dice el evangelista Mateo (capitulo 6, versículo 24) que “no podéis servir a Dios y al dinero”? Y más adelante, “no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis…hombres de poca fe”, que la vida es más sencilla, que hasta los pájaros comen y los lirios se visten sin tanta preocupación. No sé si los jerarcas eclesiásticos tienen poca fe, o simplemente han cambiado de fe. Pero, dan la impresión de que, hic et nunc, creen que sólo se puede servir a Dios con la ayuda del dinero.

05 mayo 2008

Confusiones con nombre propio.


Zaplana, farol de Alierta.

Curioso vaivén en la cúpula de Telefónica, ‘villa longa’ donde al parecer el PP mantiene su tráfico. Se le fue M. Pizarro y le viene E. Zaplana. El primero la abandonó para aupar electoralmente al PP, pero ha acabado en la penumbra de la política, donde, según dicen, se está mordiendo los labios entre su “crujir de dientes”. En cambio, el segundo, impoluto ‘maniquí’ de la política-según graciosa apreciación del periodista Manuel Alcántara- no resiste estar fuera del escaparate y ha vendido su labia a Telefónica para, según rumores, vocear por Europa sus excelencias bajo la halitosis de Berlusconi. Ahora me explico el órdago de C. Alierta al adquirir hace unas semanas ‘calls’, o derechos de compra, sobre ocho millones de acciones de la empresa que preside a un precio de ejercicio de 30 euros (la acción cotiza ahora a 19) y con vencimiento en el 2011, y ello a pesar de la triste coyuntura económica que se vaticina para el trienio que viene. El presidente de Telefónica se confunde. Con el ex-portavoz del PP sólo se puede ir de ‘farol’.

El tránsfuga Taguas.

La legislación española sobre incompatibilidades de los altos cargos es tan confusa que deja abiertas chirriantes ‘puertas giratorias’ entre actividades públicas y privadas interrelacionadas. Así, D. Taguas, hasta hace poco director de la Oficina Económica de Zapatero, Presidente de Gobierno que creó un Ministerio de la Vivienda para velar especialmente por los ‘sin casa’, cambia ahora de ‘lobby’ para dirigir Seopan (Sociedad de Empresas de Obra Pública de Ámbito Nacional), la patronal de las grandes empresas de la construcción, ese rebaño de vacas gordas que han pastado a sus anchas y ahora mugen de aflicción. Malas lenguas murmuran que se trata de un premio de la empresa Acciona por haberle facilitado la OPA sobre Endesa, en asociación con la italiana Enel. Otras, con sorna, le desean buena suerte, como si fuera un nuevo ‘Moisés’, el guía elegido por ese rebaño para atravesar el desierto al que les condena la crisis inmobiliaria. Hay quien se preocupa por el maná que les puede dar. Y no falta el ingenuo que espera que les ofrezca una ‘tabla de mandamientos’ (un código de buena conducta corporativa, como se dice ahora) encabezada por el “No robarás”.


La lujuria política de Elorrieta.

Escuché el 1 de Mayo, a través de ETB2, la soflama de J. Elorrieta, secretario de ELA-STV. Lleva veinte años al frente de este sindicato, y eso se nota. Habla ya ebrio de confusión. Me recuerda a F. Alcaraz, el ex-presidente de la Asociación de Victimas del Terrorismo, quien, como víctima del terrorismo era, y es, merecedor de comprensión, respeto y justicia reparadora, pero que terminó resbalando en el desempeño de su liderazgo, confundiéndose de misión, terciando en política, ejerciendo de verdugo del partido socialista, de inquisidor de la gestión de Zapatero, de ariete de las falacias del PP. En el caso de Elorrieta, aun respetando su meritorio currículum como líder de un sindicato de víctimas de la patronal vasca, tanto la del sector privado como la del público (así parece considerar también al Gobierno vasco), hay que reconocer que se está pasando, confundiéndose y confundiendo. Ha terminado jugando a ser el Gran Hermano de la política vasca, fiscalizando los movimientos del neocon. Ibarretxe, deshojando su ‘hoja de ruta’ por considerarla ya marchita y ofreciendo su brazo sindical para forzar la ruptura con el Estado. Ahora que deja la secretaría de su sindicato, debería abrazar algún partido político, o fundar alguno nuevo, para hacer política sin tapujos, sin su taparrabo sindical.

La magia de Garzón.

Baltasar Garzón, mago de la justicia, acaba de encarcelar a la cizañosa alcaldesa de Arrasate-Mondragón, Inocencia Galparsoro (Ino, para sus correligionarios, tan proclives a mutilar). Con su pasmosa habilidad para instruir procesos judiciales complicados pretende, una vez más, separar la cizaña del trigo y quemarla, desoyendo el consejo evangélico de no precipitarse y esperar a que llegue el Juicio Final, debido al riesgo que hay de arrancar también el trigo e incluso de cargarse el trigal. ¿Se equivoca otra vez el juez Garzón?. Tras su mágico humo instructor, ¿habrá fuego esta vez?; ¿estamos en la antesala del “Juicio Final”?. Hay división de opiniones, densa confusión.

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