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Ya lo dijo Quevedo, "Poderoso caballero es don dinero".


Observen la reacción de los políticos vascos tras el Informe Kokott sobre la autonomía fiscal de nuestros Territorios Forales. Lo que no puede la ética, lo consigue el olor a dinero. Toda la fauna política, tan desencontrada y desconcertante en tantas y tantas cuestiones vitales (sí, incluso de vida o muerte), se ha unido armoniosamente para celebrar la previsible salud jurídica europea de nuestro Concierto Económico, un régimen administrativo que, a la postre, sólo nos facilita tener más dinero.

Miren también la suerte judicial del Sr. Botín, presidente del Banco Santander, siempre saliendo ‘sine macula’ de los juzgados, como tantos otros afortunados por adinerados. D. Emilio se enfrenta, de nuevo, al imperio de la ley. Esta vez es un asunto de aguas (el caso de la empresa Aguas de Fuensanta, que también afecta a Rodrigo Rato), pero ¿a que no se ahogan ni Botín ni Rato?.Y es que la ley es como una fortaleza llena de pasadizos secretos, puertas evasivas, y guardianes soñolientos, frágil imperio para la sagacidad de don dinero. El principio de que todos somos iguales ante la ley se arruina ante el soplo del peculio. Como susurran las paredes de los juzgados, lo seríamos si todos contásemos también con iguales oportunidades económicas para contratar esos abogados que olisquean, como hábiles sabuesos, hasta los más recónditos resquicios legales o de conseguir esas todopoderosas fianzas que, a modo de respiraderos, dan oxígeno incluso a los delincuentes más escandalosos. La ley es imperial ante el pobre, pero sucumbe ante las argucias del dinero. Obviamente hay casos excepcionales, pero, como canta el vulgo, las excepciones afirman más que niegan.

Y miren, miren cómo hincan las rodillas, implorando dinero, los jerarcas de la Iglesia Católica en España. Recuerdan a sus fieles que tienen la obligación moral de contribuir a su sustento aspando en la casilla correspondiente del impreso del IRPF. Incluso veo que su oración económica tiene curso publicitario en las TV (supongo que gastando dinero sacro). Están tan ocupados en cosas mundanas que se preocupan por los paraderos del habitante más mundano, don dinero. ¿No dice el evangelista Mateo (capitulo 6, versículo 24) que “no podéis servir a Dios y al dinero”? Y más adelante, “no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis…hombres de poca fe”, que la vida es más sencilla, que hasta los pájaros comen y los lirios se visten sin tanta preocupación. No sé si los jerarcas eclesiásticos tienen poca fe, o simplemente han cambiado de fe. Pero, dan la impresión de que, hic et nunc, creen que sólo se puede servir a Dios con la ayuda del dinero.

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