« Inicio | Creer en tiempos revueltos » | Pisar París » | Sobre Política (IV): Ite, missa est. » | Sobre Política (III): Lo que dicen los ilustres. » | El increible recato del IPC » | Sobre Política (II) : Buena suerte, Solidaridad. » | Sobre Política (I) : Susurros contra Tamborradas » | ¿Pagas de escándalo? » | Sobre la evaluación del rendimiento de las escuela... » | Pornoeconomía (Segunda parte) »

Sexo perseguido y estómago bendecido


Cuando lo pienso fríamente, sin la tibia adiposidad de nuestras convenciones sociales, no me explico cómo hemos llegado a sitiar el sexo con tanta moral (algunos) y tanto pudor (la mayoría), mientras que somos tan tolerantes con otras partes u órganos de nuestro cuerpo. ¿Por qué perseguimos el bullicio de nuestros genitales, o al menos nos avergonzamos de él, y bendecimos, sin embargo, con descaro eufemístico (se habla de ‘restauración’) nuestros ajetreos gástricos?. ¿Por qué el placer de copular, tan solidario que sin él difícilmente se podría restaurar la especie humana, se suele cuestionar y condicionar mucho más que el placer de comer, el cual sólo incentiva la restauración egoísta del cuerpo?. ¿Por qué son partes pudendas el pene y la vagina, pero no la boca, orificio por donde nos metemos tantas cosas..., ensalivándolas y triturándolas (con descuidada exhibición, algunas veces), para luego dejarlas caer por la sima esofagal hasta el laberinto digestivo, a lo largo del cual circulan como agria magma alimenticia y del que, terminan saliendo explotadas, con la ayuda de vientos y mareas intestinas, de forma tan innoble como todos sabemos?. Si el tráfico sexual es sucio, como algunos piensan, ¿qué pensar de la circulación alimenticia?. ¿Por qué el sexo es tan perseguido y, en cambio, el estómago es tan bendecido? ¿Por qué permitimos que la moral empape la fisiología, y además lo haga con dictámenes tan desiguales?. No, no lo entiendo cuando pienso en ello con frialdad, racionalmente.

La persecución del cómic de la revista El Jueves.

Perdone el lector si le he ofendido con este crudo preámbulo, pero a veces conviene proceder sin tapujos, es decir, sin taparrabos ni bragas, con un lenguaje tan desnudo que permita llamar “al pan, pan y al vino, vino”. Como en el caso del cómic sexual de la revista El Jueves, el cual, según estiman algunos jueces y fiscales, resulta injurioso para la Corona de España. En mi opinión, no hay ofensa que juzgar sino mero prejuicio sexual que desterrar. Me pregunto, pregúntense también ustedes, si el celo judicial se hubiese encendido tanto en el caso de que se hubiese dibujado a los príncipes de Asturias compartiendo mesa, en vez de sexo. Seguro que no. Sólo la fruta prohibida (el sexo) encela tanto a los guardianes de las costumbres ‘políticamente correctas’. ¿No resultan más injuriosas las palabras del senador Anasagasti, de quien se dice (no he visto su blog) que ha calificado a la familia real de “pandilla de vagos e impresentables”? Huelga decir que tanto el fiscal general como el juez Del Olmo callarán, y no actuaran en este segundo caso.

La catedralicia bendición del estómago.

Y hablando de huelga, hay otro acontecimiento, protagonizado por algunos huelguistas del sexo (perdón si molesto a los practicantes del voto de castidad), que me ha soliviantado el alma. Los días 26 y 27 de julio la Fundación Catedral Santa María de Vitoria organizó en esta ciudad el I Encuentro de Cocina Conventual y Restauración con el título “Recetas del Alma”. Nada tengo en contra de que frailes y monjas compartan experiencias culinarias con los profanos profesionales de la cocina; probablemente, estos encuentros nos ayuden a todos a comer mejor. Lo que me enrabia es pensar que muchos célibes (entre ellos, eminentemente, ciertos sacerdotes y jerarcas sibaritas) hacen trampa (quizás me equivoque), pues, en el fondo, también hacen intercambio carnal al dar al estómago lo que quitan al sexo. Huelgan en sexo pero abundan en yantares.

Desde aquí, buena suerte a los dibujantes de El Jueves: que el prejuicio sexual no prospere y que se imponga el sano juicio. También deseo al Sr. Anasagasti que no le quemen su boca caliente, al menos en este ridículo ‘affaire’. En cuanto a quienes regalan al estómago la alegría que quitan a los genitales, ¿no deberían hacer más ‘huelga de hambre’ para hacer más creíble su ‘huelga de sexo’?

Me he mudado! Serás dirigido automáticamente en cinco segundos. En caso contrario, puedes acceder haciendo click aquí