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Viaje al corazón de la emigración: Casamance, Sur de Senegal.


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Casamance es la región más sureña de Senegal. Situada bajo la franja intermedia de Gambia, destacada en color blanco en el mapa adjunto, actualmente está dividida en dos provincias, la de Ziguinchor, al oeste, abierta al océano y al mundo con una costa turística cada vez más apreciada, y la de Kolda, al oriente, presa en el interior y menos desarrollada. En ésta predomina la etnia mandinga, mientras que en aquella es mayoritaria la etnia jola. Región levantisca contra el distante Gobierno de Dakar, tras la independencia de Senegal, hoy está políticamente más calmada, quizás porque mira con más ansias hacia las islas Canarias y España que hacia el propio Dakar.

Casamance es tierra de emigración. Su propia configuración natural le hace emigrar hacia el mar, a través del gran río, o estuario, que lleva su nombre. Siglos atrás, portugueses y franceses utilizaron este estuario para adentrarse en las entrañas de la región y cautivar a sus habitantes, esclavizándolos y forzándolos a emigrar como esclavos a otros países. Hoy, aunque son ciudadanos libres, también se ven obligados a emigrar, debido al grave subdesarrollo económico y social que padecen y del que son cada vez más conscientes a través de los inevitables medios de comunicación audiovisual y electrónica. En esta región, como en el resto de Senegal, los sistemas de transportes y enlaces terrestre, aéreo, ferroviario y marítimo, son muy pobres y penosos, pero en cambio los accesos al teléfono, a la televisión y a internet son relativamente fáciles y baratos.

Invirtiendo el refrán diríamos que “ojos que ven, corazón que siente”…, y se rebela. Sí, en Casamance, como en el resto del país, hay mucho corazón ‘sentiente’, rebelde…,y por lo mismo emigrante. La envidia también mueve montañas. Los senegaleses envidian lo que ven, aman lo que envidian y salen en busca de lo amado. Si los portugueses se adueñaron de sus cuerpos, España ha cautivado a su alma. Vienen porque nos aman. Lástima que repudiemos su amor.

Acabo de visitar Senegal, en compañía de mi amigo Eduardo Traver, que es farmacéutico por profesión, antropólogo por afición y filántropo por bien nacido. Desde aquí, una vez más, le agradezco la oportunidad que me dio para acompañarle en este viaje. Juntos hemos podido acercarnos hasta el corazón emigrante que palpita en Casamance. Huelga decir que hemos vuelto con otro corazón (el nuestro) sangrante. Y ni decir tiene que seguiremos escribiendo sobre ello en este blog.

Puede ver aquí algunas fotos de nuestro viaje a Senegal

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